ALEJO WERNER GRAN

¿Qué somos? El secreto de la vida se reduce a esta sencilla pregunta. ¿Qué es el hombre? Siglos atrás nos dijeron que el hombre es simplemente un animal bípedo sin plumas, otros nos arrojaron un pollo desplumado a nuestro costado, sin embargo, desde entonces, no hemos encontrado una respuesta satisfactoria a la pregunta.

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Las mentes más maravillosas del mundo llevan milenios intentando dar respuesta a esta pregunta. ¿Qué soy? Simples palabras que, al igual que Atlas, cargan a sus espaldas el peso del mundo, la elusiva respuesta a la necesidad del hombre de ser alguien. Hemos llegado a un entendimiento común en el que nos hemos definidos como homínidos racionales, sin embargo, Descartes haría temblar el mundo al introducir su concepto del ser humano al declarar "Pienso, luego existo" mas, "¿Quien es ese que existe?"

- No lo sé, bueno, realmente creo que si lo sé, pero me niego a definirme, definirse es limitarse, ¿Y por qué querría limitarme?

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Y es que no creo en la necesidad del hombre de definir en palabras conceptos supraterrenales, pues, tanto nosotros como todo aquello que nos rodea, simplemente somos.

¿És tan difícil acaso disfrutar del canto del ruiseñor sin querer apresarlo?

Un concepto para Todos y para Nadie, por eso citaré a Nietzsche, pues es sencillo hacer que las cosas sean complicadas, pero difícil hacer que sean sencillas.

"Hermano mío, si tienes una virtud, y esa virtud es la tuya, entonces no la tienes en común con nadie. Ciertamente, tú quieres llamarla por su nombre y acariciarla; quieres tirarle de la oreja y divertirte con ella. ¡Y he aquí que tienes su nombre en común con el pueblo y que, con tu virtud, te has convertido en pueblo y en rebaño! Harías mejor en decir: «inexpresable y sin nombre es aquello que constituye el tormento y la dulzura de mi alma, y que es incluso el hambre de mis entrañas». Sea tu virtud demasiado alta para la familiaridad de los nombres: y si tienes que hablar de ella, no te avergüences de balbucear al hacerlo."

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Asi habló Zaratustra.